En los Estados Unidos, la celebración del Día de Acción de Gracias suele girar en torno a una abundante comida. Los platos típicos incluyen relleno de pan, papas, salsa de arándanos, pastel de calabaza y, sobre todo, pavo. ¿Cómo se convirtió el pavo en el plato principal de esta festividad?
A menudo se asume que el menú actual de Acción de Gracias tiene su origen en un evento conocido como el “primer Día de Acción de Gracias.” Existe evidencia de una comida compartida entre los colonos peregrinos de la colonia de Plymouth (en lo que ahora es Massachusetts) y el pueblo Wampanoag a finales de 1621. Sin embargo, no hay indicios de que el pavo estuviera presente en ese banquete. Para la carne, los Wampanoag llevaron venado, y los peregrinos proporcionaron aves silvestres. Estrictamente hablando, esas aves podrían haber sido pavos, ya que eran nativos de la región, pero los historiadores creen que probablemente eran patos o gansos.
Además, los peregrinos no parecen haber considerado esta comida como un evento digno de conmemoración especial. No existen referencias del siglo XVII más allá de una carta escrita por Edward Winslow, un colono de Plymouth. Para los peregrinos, dar gracias por la cosecha de otoño no era un concepto nuevo. Como tradición arraigada en festivales europeos de la cosecha y observancias religiosas cristianas, los “días de acción de gracias” eran bastante comunes entre los colonos de Nueva Inglaterra. Durante la era colonial de América, las comunidades celebraban sus propias festividades no oficiales de Acción de Gracias, y pocas personas las asociaban con los colonos de Plymouth.
A principios del siglo XIX, sin embargo, el pavo se había convertido en un plato popular para estas ocasiones. Esto se debía a varias razones. Primero, el pavo era bastante abundante. Un experto estimó que había al menos 10 millones de pavos en América en el momento del contacto europeo. Segundo, en las granjas familiares, los pavos casi siempre estaban disponibles para el sacrificio. Mientras que las vacas vivas y las gallinas eran útiles mientras producían leche y huevos, respectivamente, los pavos generalmente se criaban solo por su carne y, por lo tanto, podían sacrificarse fácilmente. Tercero, un solo pavo era lo suficientemente grande como para alimentar a una familia.
No obstante, los pavos aún no eran sinónimo de Acción de Gracias. Algunas personas atribuyen a la obra Cuento de Navidad (1843) de Charles Dickens la idea de asociar el pavo con las festividades, pero otra escritora, Sarah Josepha Hale, jugó un papel aún más importante. En su novela Northwood (1827), dedicó un capítulo entero a describir una cena de Acción de Gracias en Nueva Inglaterra, con un pavo asado “colocado en la cabecera de la mesa.” Por esa misma época, Hale comenzó a hacer campaña para establecer el Día de Acción de Gracias como un feriado nacional en los Estados Unidos, creyendo que ayudaría a unificar al país en un momento de creciente tensión hacia la guerra civil. Sus esfuerzos dieron frutos en 1863, cuando Abraham Lincoln emitió una proclamación presidencial.
Con el tiempo, al convertirse Acción de Gracias en un feriado oficial estadounidense, surgió una mitología nacional en torno a la festividad. Una colección de escritos de los peregrinos publicada en 1841 se refirió a la comida descrita por Winslow como el “primer Día de Acción de Gracias.” Aunque Winslow no mencionó específicamente al pavo, su compañero colono William Bradford sí escribió sobre una “gran abundancia de pavos salvajes” en Plymouth ese otoño, en un diario que se reimprimió en 1856. Pronto, las conexiones culturales entre los peregrinos, los pavos y Acción de Gracias se volvieron parte integral de la educación de los niños estadounidenses.
Desde una perspectiva más práctica, el pavo también se ha mantenido relativamente asequible. Aunque el pavo salvaje fue considerado una especie en peligro a principios del siglo XX, su población ha vuelto a alcanzar millones. Además, las prácticas modernas de cría han ayudado a hacer que los pavos sean más grandes y más baratos que nunca, asegurando su lugar en la mesa de Acción de Gracias.
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